12.000 personas participan en la Gran Vigilia Diocesana en el marco del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados

El Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, presidió anoche una multitudinaria y emotiva Gran Vigilia Diocesana, celebrada en la plaza de Toros en el marco del Centenario de la Coronación de la Virgen de los Desamparados.

Ante una plaza abarrotada- con la participación de 12.000 personas- y volcada con enorme devoción ante la presencia de la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, monseñor Benavent quiso agradecer en primer lugar el trabajo e implicación de “todos los que habéis preparado con ilusión esta Vigilia diocesana, a todos los que habéis animado, participado y preparado este encuentro, iniciativa impulsada por el cardenal Antonio Cañizares”.

En su homilía el Arzobispo hizo referencia a los cinco testimonios de religiosas, de laicos, de un sacerdote. Así, “el fruto de la gracia en María es la humildad” porque “el hecho de haber sido elegida para ser la madre del Mesías no la lleva a sentirse superior a los demás ni le lleva a pensar que si Dios la ha elegido a Ella es porque se lo merece más- Ella no proclama sus grandezas sino las grandezas del Señor”. Igualmente, “el fruto de la gracia en María es la caridad: no solo se alegra por lo que Dios ha hecho en Ella sino porque a través de su persona y del Hijo que lleva en sus entrañas Dios derrama su bendición sobre todos, sobre los hambrientos, los pobres, sobre todos los que se sienten desamparados y sobre toda la humanidad”. También, “el fruto de la gracia en María es la alegría, una alegría en el Señor”, y, la fidelidad, porque “su camino de fe no fue fácil – como el de los testimonios que hemos escuchado”.  A menudo “nos encontramos en la desesperanza pero María fue fiel y no dejó de confiar en Dios, no dudó del sí que le había dicho a Dios”.

A continuación, monseñor Benavent recordó en lengua valenciana cómo “en terres valencianes la fe por vos no mor i vostra imatge santa porte sempre en lo cor” para afirmar que “la presència de la Mare de Déu, la paraula que hem escoltat, els moments d’oració que hem viscut, han tocat el nostre cor, el cor de tots els que hui estem en aquesta plaça de Bous.

La imagen procesional de la Virgen de los Desamparados llegó en su “maremóvil” hasta la Plaza de Toros y entró en el coso taurino, donde fue recibida con una  gran ovación y aplausos del público, y después miembros de los Seguidores de la Virgen la llevaron en andas hasta el escenario donde fue colocada. 

La Gran Vigilia se desarrolló en un ambiente festivo y de celebración, en torno a la imagen de la Mare de Déu, con canciones y animación, por un lado, y con recogimiento y oración en su segunda parte.

El acto comenzó con el rezo de tres misterios del Rosario acompañados de distintos testimonios y posteriormente la Gran Vigilia continuó con la procesión y exposición del Santísimo, el canto del Aleluya y la proclamación del Evangelio, seguida por la homilía a modo de reflexión por parte del Arzobispo de Valencia.

Después, tras un silencio meditativo, tuvo lugar el estreno de la canción eucarística “Ven y Adora” compuesta para la Gran Vigilia e interpretada por el coro diocesano que se ha formado expresamente para este acto, compuesto por 30 voces, de distintos movimientos y realidades de la Diócesis, y religiosas de las Siervas del Hogar de la Madre, responsables del coro.

Tras la reserva del Santísimo, el Arzobispo dirigió el rezo del Padrenuestro e impartió la bendición, en presencia también del Obispo auxiliar de Valencia, monseñor Arturo Ros, el cardenal Antonio Cañizares, y los Obispos auxiliares eméritos monseñor Javier Salinas y monseñor Esteban Escudero. Igualmente tomaron parte en la Gran Vigilia el Vicario General del Arzobispado, Vicente Fontestad, y el rector y vicerrector de la Basílica de la Virgen, Melchor Seguí y Álvaro Almenar, respectivamente, entre otros sacerdotes, vicarios episcopales y religiosos.

El final de la Gran Vigilia consistió en una ofrenda de flores ante la imagen de la Patrona por parte de varias personas, en representación de los distintos movimientos y realidades diocesanas: un sacerdote y una religiosa; una familia de tres generaciones; niños y jóvenes; y por último, el Arzobispo, con el ofrecimiento de toda la Diócesis.

Para finalizar, tras el canto del “Himno de la Coronación” por miles de voces emocionadas en la Plaza de Toros, la imagen procesional de la Virgen realizó una vuelta al ruedo, aplaudida y ovacionada con vivas y dedicatorias de numerosas personas, y salió por la puerta grande del coso regresando así a su Basílica de nuevo en su “maremóvil”.

Informa: AVAN 

Fotos: V Gutiérrez

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